La luna era ese párpado cerrado
que flotaba en el circo de la nada
—y el niño retenía la mirada
su hipnótico vagar de astro cegado.
La noche es un jardín narcotizado
con esencias de alquimia y sombra helada
—y tu infancia una estrella disecada
en el taller de niebla del pasado.
La luna vive ahora en los relojes
que lanzan sus saetas venenosas
sobre la esfera blanca de este sueño.
De este sueño sin fin del que recoges
la ceniza dorada de esas cosas
de las cuales un día fuiste dueño.
MI ENTREGA.
-
En ese beso me entrego en cuerpo y alma mi amor, bebe el néctar de mi boca
con rico sabor a miel, me sientes estremecer cuando te siento cerquita,
mientras...
No hay comentarios:
Publicar un comentario