Pálida y eterna viene hacia mí.
Lo sé, puedo sentirlo.
Me sonríe esa boca sin labios, mostrándome aquellos dientes repletos de tierra de infinidad de sepulturas.
Su guadaña se agita, sedienta de mí.
Mi corazón casi no palpita, ante ella va deteniendo su latir.
Es la Parca, sí. Dama sombría y tenebrosa cuan noche eterna, cuan madrugada invernal
Gélida se acerca, mostrándome sus cuencas rojas con el fuego de quienes ardieron por verlas.
La Parca, inexorable, perfecta, dama siniestra que viene...
Viene por mí...
Ya te pedí perdón.
-
s
Henri Gervex (1852-1929)
Ya te pedí perdón, ¿qué más deseas…? ¿Que me arrastre, que pene, que
suplique…? ¿Que te llore mi error, que magnifique lo que...