
len de mi boca, abro los ojos y en tu rostro, veo que tanta dicha es poca. Mis manos atadas a tu espalda se deslizan por la húmeda piel, es como si la materia se escapara del cuerpo. Respiro tu aliento, recibo tu fuego, la fuerza de tu sangre, la vibración de tu pulso en mis nervios. Se fundió mi cuerpo con el tuyo, una dulzura sin forma, toma la silueta de mis hombros, y la ternura se asoma… por mis manos a tus ojos, tengo en los dedos el molde de tu rostro, tienes los labios saciados y tu pecho ungido por mis besos. Descansas en mi cuerpo, me he convertido nuevamente en tu lecho, después de alcanzar el cielo, regreso tranquilo a esperar con recelo cuando sera de nuevo NUESTRO ENCUENTRO.

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