Pálida y eterna viene hacia mí.
Lo sé, puedo sentirlo.
Me sonríe esa boca sin labios, mostrándome aquellos dientes repletos de tierra de infinidad de sepulturas.
Su guadaña se agita, sedienta de mí.
Mi corazón casi no palpita, ante ella va deteniendo su latir.
Es la Parca, sí. Dama sombría y tenebrosa cuan noche eterna, cuan madrugada invernal
Gélida se acerca, mostrándome sus cuencas rojas con el fuego de quienes ardieron por verlas.
La Parca, inexorable, perfecta, dama siniestra que viene...
Viene por mí...
Mi cuerpo.
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con la mirada perdida en el laberinto de tus venas. Y te haces mío, en una
ráfaga de situaciones que cantan con mi cuerpo; cincelando mi carne, como
una ...
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